HERIBERTO BUSTOS
Hoy 24 de junio, fecha en que se conmemora el Día del Campesino. Una oportunidad para reconocer reconoce junto a la actividad agrícola de un sector de pobladores, vinculada a la supervivencia de un gran sector de la población peruana. En estos días complicados por la presencia del Covid-19, una muestra de lo señalado, es la continua provisión de productos agrícolas la que ha permitido adquirirlos sin mayores costos ni restricciones. De allí que resulte oportuno, recordar al argentino Marcelo Birmajer, cuando anota: “Uno puede dar la vida por cualquier cosa y sentirse un héroe, pero los verdaderos héroes son los que nos ayudan a vivir. Labrar la tierra, construir una casa, formar una familia, es una tarea harto más difícil que morir por cualquiera de esas cosas”.
A pesar de su importancia, se trata de un sector marginal en la determinación de políticas que permitan mejorar su aporte al PBI del país, en tanto el modelo económico imperante y las decisiones de los gobiernos regionales no tienen en cuenta la tecnificación del agro, la industrialización, el incremento de valor agregado a sus productos, entre otros. Tampoco la trascendencia en la construcción de una economía que considere su presencia, junto a las actividades extractivas, a fin de coadyuvar en la mejora y desarrollo sostenible del país.
Vale recordar –tras discusiones o no– que el momento más alto de reconocimiento al papel de los trabajadores del campo fue en el Gobierno del general Juan Velasco Alvarado, cuando se decretó la Ley N° 17716, de Reforma Agraria, anunciando su puesta en vigor con las siguientes palabras: “¡Campesino: el patrón ya no comerá más de tu pobreza!”.
Desde entonces, muchas situaciones han sucedido en el campo, pasando por “modelos” de usufructo comunal, asociativo e individual; hasta la disputa por el uso del agua, la propiedad del subsuelo y sus “preocupaciones” por la contaminación ambiental. En ese marco, el agro afronta retos de carácter económico, productivo y de mercado, que bien podrían ser abordados con el desarrollo de capacidades de emprendimiento, generación de oportunidades tecnológicas y crediticias, a la vez de asignarle un mejor rol en el progreso de sus regiones.
Esta fecha, en términos históricos, está asociada a la celebración de la influencia del sol en la fertilidad de la tierra y en la vida de todos los seres que la habitan, que se realizaba en la época incaica a través del Inti Raymi, expresando gratitud a la divinidad que les brindaba tantos beneficios. Es más, esta ceremonia coincidía con el solsticio de invierno (cuando el sol se encuentra en el punto mayor de distancia respecto a la tierra), ocurriendo una especie de alejamiento e incremento del frío. Por ello le pedían con humildad que volviese, que no los abandonase.
Asumiendo que la población peruana tiene una fuerte vinculación con los Andes, sus costumbres, tradiciones, religiosidad, así como el respeto por las deidades de nuestros antepasados, el festejo del campesino en su día debería constituir, junto al reconocimiento de su importancia en la vida del país, la estimación de aspectos centrales de su cultura, reflejada en la práctica de valores y respeto por la naturaleza, entre otros. Estas enseñanzas, deberían servir para modificar el lamentable y corrupto curso al que los conductores del país se niegan tercamente a renunciar.